La verdad que no, Francia y más precisamente París fue la experiencia más placentera que pude disfrutar en mi corta vida, en este texto voy a escribir algunas cosas interesantes que pude notar de los franceses y sus costumbres.
Sin duda que la vida en Argentina es muy distinta a la que se disfruta en la bella París. Antes de empezar a relatar algunos hechos, prefiero describir en unas pocas palabras esa mágica ciudad. París es como una mujer, es romántica, antigua en su arquitectura pero cuando la veo, siento que es moderna, sus olores son distintos, un pedo en París no huele como un pedo en Burzaco, no se si me explico. París te enamora, no como te enamora una mujer, sino que te da ganas de seguir recorriéndola, es un misterio y siempre tiene algo nuevo que te va a impactar. Ni hablar de sus monumentos históricos y de la torre, porque es un tema aparte.
Desde que me bajé del avión ya sentía que estaba en un mundo diferente, sobre todo por el idioma, el francés puede ser muy lindo, pero es muy rebuscado, muchas L, muchas W en las palabras, es demasiado para mi, igual no es para quejarme, porque es lindo escuchar a una mujer hablando francés, es mucho más dulce que el español. Luego cuando salgo del aeropuerto vi la segunda cosa que me impactó: un Mercedes Benz TAXI. Yo no lo podía creer, en ese mismo momento se me vino la imagen del último taxi que había tomado antes de viajar, que era un Peugeot 504, hecho mierda, que no abría la puerta porque la manija estaba destrozada y el tachero fumando como un escuerzo... En París NO, no solo el taxi era un Mercedes último modelo, sino que lo manejaba una mujer que estaba buenísima (muy buena estrategia comercial). Yo pensaba "Mirá estos franceses putos con un Mercedes taxi y yo en mi vida habré visto 3 de esos y con un futbolista o un abogado dentro". Ya eso era de admirar.
Se me empezó a dificultar cuando llegué al hotel, el recepcionista, un negrito onda Tsonga, con los dientes bien blancos me dice de entrada "Sibuble bubu wiwisabjffbluPUTO" y me da una llave. Le preguntó si habla español, "blubeuqweksisiwiei NO". Speak english? "No sir". Italiano? "No parlo". Mediante un lenguaje de señas pude descifrar lo que el negro intentaba decirme "Tu habitación es la 4, tené cuidado con la ducha, que no anda bien la caliente, no anda el botón power de la TV". Obvio que no le hice caso y cuando me voy a duchar me re cagué quemando y cuando abro la fría me re cagué de frío porque la caliente no anduvo más. Demasiado por un hotel que valía 20 euros la noche, cabe mencionar que era un motel u "hotel de viaje", es una mezcla de telo con hotel común, porque veías familias como la mia u otras de otros lados del mundo que paraban por un par de noches o como la pareja que estaba en la habitación 5, que garcharon toda la noche y por los ruidos parecía el rodaje de una película porno. Pero bueno, después de esa noche tocaba lo lindo (garcharme a la rubia de al lado no... Recorrer París).
De las mejores experiencias de mi vida fue conocer el complejo donde se juega Roland Garros, sin duda ver esas canchas y pisar el predio donde tantos genios levantaron la copa, fue algo que me puso la piel de gallina, a mi más que nada porque me gusta mucho el tenis y ver el nombre de Guillermo Vilas y Gastón Gaudio, seguido de una bandera Argentina es muy lindo en un lugar tan lejos de casa. Lo feo vino cuando tenía que comprarme algo en el free shop del lugar. Un llaverito pedorro que tenia una RG, 10 euros, ya ahí me hacía la cabeza de que me iban a romper el orto, igual cueste lo que cueste me iba a llevar un toallón, un tubo de pelotitas y la remera, no iba a hacer miles de kilometros por el llaverito.
La torre Eiffel es lo más lindo que vi en mi vida, sacando de concurso unos cuantos culos y tetas que no van al caso. Es muy complicado subir porque hay gente de todas partes del mundo, a toda hora intentando sacarse una foto en uno de los monumentos más importantes del mundo. Cuando decidí hacer la cola con mi familia para subir al mirador eran las 12 del mediodía, la cola era de 5 cuadras más o menos, el 50% chinos, el 50% árabes, había 2 posibilidades, o esto volaba todo al carajo y era el último viaje de mi vida, o esto se transformaba en una exhibición de cámaras digitales de mil millones de dolares (no se de donde sacan tanta guita los chinos, la puta madre), y nosotros andábamos con una camarita normal, una kodak que se la banca, pero los ponjas estos sacaban unas que ya te daba vergüenza mirarlos, en serio. Cuando se hicieron las 5 de la tarde y la cola seguía de 5 cuadras, decidimos ir a recorrer otros monumentos y volver más tarde... Volvimos, pero a las 12 de la noche, la cola por suerte era de una cuadra, lo cual posibilitó que a la 1 de la mañana estábamos subiendo al mirador. Ver París de noche desde arriba en la torre Eiffel no tiene precio, es uno de los paisajes más lindos que se puedan disfrutar, el río Sena, el Arco del Triunfo, la catedral de Notre Dame, todo en una mínima porción de espacio desde allá arriba, ya de solo pensar y recordarlo genera sentimientos, 100% recomendable.
La comida es algo raro allá, porque no hay kioscos como para comprarme un paquete de chocolinas y tirar, supermercados enormes, llenos de gente y tardás mucho tiempo para comprar, restaurantes donde un vasito de agua te sale 15 euros, McDonalds podría haber sido una opción barata en un primer momento, pero un combo Big Mac a 24,50 euros no me parecía una buena oferta y sobre todo porque no estamos a la altura del cambio europeo, por segunda vez sentia que me iban a romper el orto. Pero pudimos encontrar una casa de comidas que armaba unos sandwiches copados y a un precio módico o por lo menos que una familia argentina podía pagar... Lo bueno es que el desayuno del hote-lo era bastante bueno y abundante, lo único incómodo, era ver a la misma pareja de la habitación con unas ganas de seguir garchando terrible, incluso en el desayuno, WOW.
No la voy a hacer muy larga, porque hay mil cosas para contar, pero lo que dejo como para cerrar, si tienen la posibilidad de comprarse un auto o ir a París, vayan a París, es una experiencia que no se olvida más.
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