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viernes, 19 de agosto de 2011

Volare

Tal vez volar en avión sea una de las cosas más lindas que pude experimentar en mi vida, esa sensación de saber que estoy a muchos metros del piso me genera una mezcla de sentimientos que hacen que quiera volver a viajar, aunque no es de lo más placentero el viaje en avión en si. Hoy voy a escribir las crónicas de mi último viaje en avión.

No se si solo me pasa a mi, pero cada vez que tengo planeado viajar pasa lo peor, siempre se caen aviones faltando una semana para viajar, o hay un atentado terrorista a pocos kilómetros de mi lugar de destino, o un puto volcán que no sacaba ni humo hace mil millones de años empieza a tirar cenizas para todos lados haciendo que todos los aeropuertos de la zona no funcionen. A pesar de todo eso, mi avión nunca se cayó, no hubo talibanes en ninguno de los vuelos que tuve la suerte de formar parte y las cenizas por suerte no rompieron las turbinas de este vehículo.

El tema de las cenizas antes del viaje fue complicado, porque se venían suspendiendo todos los vuelos en Ezeiza, pero faltando una semana para salir había frenado el tema... Hasta el día anterior, que misteriosamente vuelven las cenizas y se paran todos los vuelos. En ese momento tenía una tremenda calentura, pero no podía hacer nada, solo esperar.
Llegado el día del viaje, había que llamar al aeropuerto, solamente para saber si el vuelo salía o no. La respuesta fue que no iba a salir, no nos dijeron porque. Como eran las 6 de la mañana, el día anterior había dormido poco, con el deseo de dormir allá arriba y ahorrarme vivir la linda experiencia de sentir la turbulencia, decidí por volver a la cama y dormir un rato. Pero media hora después me vuelven a despertar diciendo, está viniendo el micro que nos pasa a buscar, así que tenés que cambiarte en 10 minutos que nos pasan a buscar, que salimos ya para Ezeiza.
Así como en una maniobra de película, logro bañarme y cambiarme en ese ratito y con las zapatillas en mano, 2 valijas, bolso de mano, cargador del celular, EL CELULAR y mil cosas boludas que no termine usando nunca en el viaje, entre ellas, 2 LIBROS DE LA FACULTAD (si, los llevé y no los leí, soy un vende humo). Ya de entrada el micrero que nos llevaba no era la excepción, era gordo, ortiva, no sabía hablar y las valijas las trataba como bolsas de basura (1ra discusión del día).
Cuando llegamos al aeropuerto, resulta que el vuelo no sale por cenizas, sino porque estaba roto y no podía despegar, copado. Justo un día que no hay cenizas, los genios estos rompen el avión. Eso daba una demora de 12 horas, pero nos iban a dar para esperar hasta entonces. Luego de 2 horas de cola para que nos digan como hacer para llegar al hotel, llegamos. Muy lindo, la puerta se abría con tarjetita, tenía un copado frigobar, tv, muy canchero todo... Pero yo quería viajar, no me sirve de nada un hotel de lujo a una cuadra del obelisco, pero ya que estaba había que aprovechar. Luego de vaciarle integramente el frigobar, lo cual fue cortesía de la empresa que nos había dejado parados en Buenos Aires esas horas, almorzamos y después volvimos al aeropuerto.

Siempre el tema del papelerío, el detector de metales y pasar por control de policia es lo peor que puede pasarte, pero hay que hacerlo. Los policias de migraciones son la peor raza de todas, te revisan todo lo que llevas, te hacen dejar las cosas que a ELLOS les gustaría quedarse, te hacen perder tiempo y la sonrisa que tenías antes de entrar. Siempre te piden algún papel que NUNCA tenés y en mi caso también tuve que sacarme zapatillas, cinturón, y todo lo que tenía algo que pueda ser metálico, porque a la puta maquina detectora de metales se le ocurría sonar cada vez que pasaba, cuando la oficial gorda y bagallo, se da cuenta que era el boton del jean lo que hacía sonar todo, pude pasar tranquilo, respondí con una sonrisa y un muchas gracias (para nada falso).

Lo mejor antes de subir al avión es el freeshop, una vez que estás acá, te sentis como en Europa, por los precios nada más, porque todo lo que tienen lo encontrás en cualquier shopping, pero siempre alguna cosa te terminás comprando. En mi caso, una botellita de agua, que era lo más accesible.

Mi bolso de mano estaba entre la legalidad y lo OSCURO. Pesaba 17 kg (máximo 10), y era un poco grande, entonces debía disimular lo mejor posible, para que no me digan que pesa mucho y así ahorrarme otra discusión. Pude pasarlo, el problema luego era meterlo en el compartimiento de las valijas. Después de mil piñas y empujones, pudo entrar, ahora tenía que ubicarme en mi asiento, y como de costumbre, ME TOCA CON UNA VIEJA AL LADO, típico, pero ya no me sorprende, la mala suerte me perseguía ese día, asi que sentarme al lado de una vieja rompe huevos sería lo mejor del día.

Una vez que despega el avión, y con la vieja al lado rezando el rosario para que el avión despegue, la señora se decide por ir al baño. No miento, habrían pasado solo 5 minutos de despegar, que pasó esto. Estaba a un asiento de la fila de los bebés, asi que los llantos y gritos formaron parte del entorno durante las cortas 12 horas de viaje.

La comida es una incógnita, porque a veces es muy buena y otras tantas te dan fideos que parecen de goma. En esta ocasión terminaron siendo los fideos de goma, pero eran las 11 de la noche y no tuvimos la posibilidad de cenar, entonces los fideos resultaron muy ricos.

El tema de los asientos es algo que no le da mucho comfort al avión, cada vez hay menos espacio y en este caso, que te reclinen el asiento desde el despegue hasta el aterrizaje ya era motivo de pelea. Procedí extendiendo mi mano hasta aquel asiento y empecé a empujar como cuando salgo de la cancha, después de 20 minutos que la vieja se percató de que me molestaba su asiento en la nariz mientras comía, lo puso normal, pero con cara de culo. Le devolví la mirada, obvio.

Durante el vuelo pude dormir un par de horas, pero me resultaba complicado, en un momento me levanto para buscar un vaso de agua y la azafata (que estaba buenisima) me dice que no puedo. Era difícil discutirle a esa mujer, era hermosa, pero tenía sed y hay una escala de prioridades, además hablaba gallego, y que pronuncie tantas veces la Z en una oración produce 2 cosas, ira y risa. Entonces le digo que me deje, porque tengo sed y además porque pague el pasaje, que no rompa los huevos (textual y re caliente ya). Me mira, la miro y con cara de orto me sirve un MEDIO vaso de agua, lo tomo al lado de ella y le pido más y acto seguido le digo que si le molesta me servía yo solo, se da vuelta, me mira y me sirve hasta el borde, como para que se me caiga todo en la ropa, lo tomé todo, y la vuelvo a llamar y le pregunto donde lo puedo tirar, ya la flaca re caliente me dice que se lo de y me lo saca con toda la bronca. Creo que eso hizo que se calmaran mis nervios, sentía que había ganado el duelo de histeria.

Cuando aterrizamos, después de esperar a la vieja que salga y los otros 300 viejos que habían en el avión, pudimos salir tranquilos, con el único detalle de que el aeropuerto de Barajas es enorme y a pesar de que hayas estado mil veces ahi, te perdés... Como mis valijas, que estuvieron perdidas una semana hasta que me las mandaron, pero no voy a contar como fue esto, porque da para otro relato.

Para redondear, siempre está bueno viajar en avión, ojalá pueda repetirlo, porque siempre hay una historia para contar, saludos a todos y volveré a bloggear seguido. Como es lo primero que escribo en mucho tiempo, perdí el ritmo, pero volveré.

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